Nicolás Otamendi siempre está. El defensor central es la bandera de la resistencia en una selección argentina que va dando paso en los últimos años a la renovación después de los aquellos tiempos grises y turbulentos. Siguió adelante mientras era señalado, como otros de su generación, por la falta de títulos y este jueves, sin el lesionado Lionel Messi y con el retiro del equipo albiceleste de Ángel Di María, se pondrá la cinta de capitán.
A 15 años de su debut en el seleccionado mayor, en mayo de 2009 en un amistoso con Panamá, y con 36 cumplidos en febrero pasado, su sentido de pertenencia tiene un correlato con el nivel de juego. Librado de la pesada mochila de ser una de las caras de la época del “que se vayan todos” tras la serie de vueltas olímpicas en la Copa América 2021, la Finalissima 2022 y el Mundial de Qatar 2022, Otamendi no se dio por cumplido. Quiso más. Quiere más. Siente que puede dar más y Scaloni lo avala con la continuidad de sus convocatorias.
A esta altura de su vida, el General no mira el documento y le pone garra a la pelea por un lugar en una zaga central que tiene a dos jóvenes fieras de la Premier League como Cristian “Cuti” Romero y Lisandro Martínez, su sucesor. Quedó a la sombra de ellos en la última Copa América, este verano boreal en Estados Unidos, pero nunca le puso plazo a su salida. Estuvo en el plantel, se sentó en el banco la mayoría de los partidos, respondió cuando se necesitó de su aporte y levantó otro trofeo al lado de Messi. Ya no es cuestión de colgarse una medalla. Se aferra al rendimiento para seguir aspirando a un lugar entre los titulares y a su jerarquía para mantenerse como referente. De los que tienen poco recorrido, de los que están llegando y del DT.
Surgido en Vélez, donde debutó en Primera División a los 20 años, tenía 22 cuando Diego Maradona lo incluyó en el plantel que fue al Mundial de Alemania y se despidió con una goleada por 4-0 en cuartos de final. Otamendi fue el improvisado lateral derecho. Quedó más expuesto ante los impiadosos alemanes. De aquel grupo de compañeros sólo queda Leo.
Pasaron 14 años de la primera de sus tres participaciones en Mundiales y siempre saca algo de la galera para ganarse una vida más. Incluso, para resurgir. Alejandro Sabella lo convocó inicialmente al tomar el lugar de Maradona, pero el defensor quedó marginado de Brasil 2014. No estaba en el plantel como para culparlo de la derrota en la final con Alemania. Meses después, Gerardo Martino le abrió las puertas nuevamente en el camino a Rusia 2018 que significó su segunda Copa del Mundo, en medio de otra caótica despedida en el final del ciclo de Jorge Sampaoli, el heredero de un buzo por entonces muy caliente.
Scaloni fue parte de ese cuerpo técnico y Nico resultó uno de los jugadores que sostuvo en su llegada sorpresiva a la dirección del seleccionado. En Qatar 2022 no sólo jugó los siete partidos. También, todos los minutos. Jamás salió. Levantar esa Copa podía haber sido la forma ideal de irse con el pecho inflado y la vista en alta. Sin embargo, aquí está todavía, con más medallas, las mismas ganas de siempre y el espíritu competitivo que lo lleva a seguir peleando por el puesto con alguien al que apodan Carnicero.
Y, más allá de la exposición que tienen los defensores -como los arqueros- por su puesto y por el sistema de juego ofensivo del seleccionado, a la presencia en algunas fotos de goles importantes padecidos, le respondió con otros a favor. Brasil no había perdido jamás por Eliminatorias como local y apareció la Scaloneta para quitarle el invicto después de 65 encuentros y toda una vida deportiva. Fue 1-0 en noviembre pasado, en el Maracaná, por obra del cabezazo de Otamendi que venció a Alisson en los primeros minutos de la segunda etapa.
El gol de Otamendi a Brasil
Su sentido de pertenencia lo llevó, incluso, a prácticamente no tomarse vacaciones. Tras el título de la Copa América se unió como uno de los refuerzos del Sub 23 que disputó los Juegos Olímpicos París 2024 a las órdenes de Javier Mascherano, otro eterno apuntado cuando era su compañero en el seleccionado. En la continuidad de su contrato con Benfica, donde lleva más de 160 encuentros y es compañero de Di María, este jueves tendrá su partido número 110 con la camiseta albiceleste, nada menos que en un duelo con Chile que elevó su tensión en los últimos años a partir de las finales perdidas con los transandinos en la Copa América 2015 y 2016.
Scaloni considera que su experiencia es importante para acompañar a Romero y Martínez, los de la nueva oleada, en una defensa con tres centrales que, además, pueden ganar en las dos áreas. Y algo más: “El proceso del capitán es en base al equipo. Es importante que el jugador que lleve la cinta sea un jugador en el cual el equipo se sienta identificado”, dijo el entrenador en una de las últimas conferencias de prensa, sin dar otra señal.
El elegido es Otamendi, alguien con el orgullo herido en la última Copa América. “Uno quiere estar. Mentiría si diría que no me jodió tener que salir del equipo. Yo nací para competir y hay que aceptar las decisiones del entrenador. Seguir compitiendo, intentar hacerlo bien cuando me toque”, abrió su corazón en medio de París 2024. El regreso de las Eliminatorias sudamericanas lo vuelve a tener ahí, compitiendo, desde un rol que simboliza mucho. El afecto y el reconocimiento ganó su partido.
El defensor sigue siendo convocado a los 36 años, a 14 de su primera participación en un Mundial con secuelas; es el último faro para los jóvenes junto a Messi, esta vez ausente por una lesión LA NACION